El chocolate puede salvar vidas en los momentos más duros. Así lo corrobora esta hermosa historia: Francine, una novelista de origen judío vino al mundo en 1933, justo cuando Adolf Hitler puso en peligro la vida de muchísimas personas. Por aquel entonces, los niños exiliados tenían el privilegio de poder elegir varios objetos dentro de una pequeña bolsa. La madre de nuestra protagonista le dio dos onzas de chocolate por si, en algún momento de esa pesadilla, le faltaban las fuerzas o desfallecía. Estas onzas de chocolate fueron a parar a una compañera de celda embarazada, que estaba a punto de dar a luz y tenía un aspecto físico desagradable por las duras condiciones en las que convivían. Por suerte para Francine, su compañera y su recién nacida [&hellip