¿Cambia el sabor del chocolate, según su forma?

dairy milk barrita¿Quién no ha dicho alguna vez que los productos que consumimos ya no son como antes? En el Reino Unido, los consumidores de la famosa barrita Dairy Milk, junto a los maestros chocolateros, corroboran esta teoría.

Los británicos percibieron un sabor diferente tras probar la nueva forma de las barritas, pese a que la empresa fabricante, Cadbury, ha negado rotundamente que se haya cambiado la receta de su producto.

Cadbury, además, comenta que sólo ha modificado su forma para superar las cotas de sabor del Dairy Milk, pero sus consumidores, a través de Internet, han calificado a la barrita como grasa.

Gracias a la experiencia de prestigiosos reposteros y científicos, se ha llegado a la conclusión de que la forma es decisiva para que el sabor del chocolate sea distinto. Esto es debido a la velocidad de fundido de las moléculas en nuestra boca, pues es determinante para que el sabor del chocolate varíe sustancialmente.

Este descubrimiento no es nuevo para los profesionales del sector; Nestlé realizó un estudio en el que concluyó que la forma es muy importante en su textura y sabor, siendo el diseño abombado el ideal en suavidad y fundido.

El jefe de la Sociedad del Chocolate, Alasdair Garnsworthy, recomienda utilizar distintos diseños según el sabor del chocolate, para lograr así el resultado deseado. Por ejemplo, si se utiliza un sabor intenso como el del romero, hay que conseguir que se funda lentamente para que su sabor no sea muy fuerte. En cambio, con un sabor suave como el dulce de leche, es preferible hacerlo de manera rápida.

Impacto visual en el consumidor

Como sucede cuando comemos cualquier alimento, el chocolate también entra por los ojos. Si la gente ve algo distinto a lo que está habituada, ésta lo percibirá como algo nuevo, con un sabor diferente.

Esto no ocurre con los productos de nuestro día a día. Un simple cambio de sabor puede ser interpretado por el consumidor como algo negativo, pues está en juego la memoria gustativa. La cocina molecular puede ser algo positivo para grandes chefs y restaurantes, pero no para clientes de productos alimenticios.

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